domingo, 3 de mayo de 2009

03 de mayo

Una pequeña salvedad: El siguiente texto aun ha de ser corregido tanto en cuestiones estilísticas como en otras menores, pero como no quería dejar que pasara más tiempo si actualizar este naciente blog, va en un principio como está en este momento.

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Un martes de finales de marzo tuve la grata fortuna de ser una de las 30 mil personas que asistió al primer recital que Radiohead ha brindado en la Argentina, y de esta forma se construyó una curiosa y a mi entender hermosa imagen señalada por diversos puntos de mi existencia, los cuales todos tenían el común de converger en esa singular tarde. Detalles aparte, pero es muy interesante el observar como la actualidad que cada ser vive es construida no sólo por lo inmediatamente anterior en un plano fáctico, sino que se apoya sobre un sin número de momentos, los cuales a veces parece continuarse unos a otros, o cuando menos estar conectados entre si a través de una continuidad que poco tiene que ver con la espacio-temporal.

Sólo había un tema que quería realmente que tocasen: Karma Police. Fue el primero que escuché en un ya lejano 2002, y la afinidad fue inmediata. Es difícil hoy rememorar con exactitud y detalle las sensaciones y los hechos generados en un principio, pero si puedo afirmar que la profundidad fue de un grado bastante alto. La cuestión es que la banda, que en vivo toca de una manera impresionante, interpretó esta emblemática canción. En ese momento yo me encontraba a una distancia muy corta de las vallas, en el mismo epicentro de la masa informe en que se habían convertido los espectadores. En ese momento acaeció algo que en algunas ocasiones singulares tiende a ocurrir: comencé a perder la individualidad y fundirme con la totalidad. Si bien no llegó nunca a ser anulada mi conciencia, esta estaba sumamente diluida y el estado mental en el que entré fue sin lugar a dudas bastante diferente del que uno tiene usualmente. Por un momento ya no era simplemente yo, o siquiera me limitaba a ser una masa de espectadores, sino que me expandía desde allí, hacia infinitos puntos, que naturalmente, estaban estrechamente vinculados con los que he mencionado anteriormente.

La ilusión de que existen los límites de una manera absoluta y total, y que no son más que una mera creación totalmente relativa generada por la conciencia no es más que una "tontería". Los límites son realmente relativos, y simplemente la demarcación de los mismos depende y varía según el punto de vista del observador. El estado de conciencia debe ser tomado como el punto de vista, y naturalmente, al estimularlo de la manera adecuada, es completamente factible el llegar a la anulación del yo, o al menos al expandirse en ese sentido.

Aquello que señalamos en el párrafo anterior al ser aplicado a las diferentes realidades puede llevar a conclusiones de caracter sumamente interesantes. Por ejemplo, que el tiempo si bien existe en determinados planos o desde determinados puntos de vista, también es cierto que no deja de ser una "ilusión" y que de manera efectiva y real todos los momentos conviven paralelamente entre si. Quizás por eso es tan terrible el hecho de ya no poder revertir algo cuando está hecho. Lo que es es, y lo que no no, indistintamente de todo lo que se pueda hacer en adelante para "repararlo". Nietzsche en algún escrito ya ha señalado que uno antes de hacer algo, debería siempre pensar que eso luego lo hará de manera eterna e incesante, que nos acompañará por siempre.

Lo terrible de, por llamarlo de alguna manera, la condena de lo que es tiene una contra parte que hace que no sólo no sea terrible, sino que hasta que realmente se justifique. La libertad volitiva de la que cada individuo dispone otorga la capacidad de decir "si" o "no", o cuando menos, cuando la situación se torna obligada, permite tener una actuación digna y honorable. Podría decirse, que como nada es absoluto en el mundo manifiesto, tampoco lo es la libertad, por más extrema que esta pueda ser. Siempre estará sujeta a aquella característica eterna e indeleble de todos los hechos. Sin embargo esto último, como ya he señalado, es justamente lo que le da un sentido a la libertad, su gracia, su justificación.

2 comentarios:

  1. Cierto el comentario sobre los límites. Seguramente eso mismo también nos lleva a preguntarnos sobre la transición entre el dormir y el despertar, lo real y lo soñado y tantas otras cosas antagónicas que verdaderamente están y van juntas. Coexisten de forma ineludible.
    Saludos y suerte con su blog

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